Alienación Religiosa
La religión es una forma de alienación porque es una invención humana que consuela al hombre de los sufrimientos en este mundo, disminuye la capacidad revolucionaria para transformar la auténtica causa del sufrimiento (que hay que situar en la explotación económica de una clase social por otra), y legitima dicha opresión.
Marx considera que la experiencia religiosa no es una experiencia de algo realmente existente. Su punto de vista es claramente ateo: no existe Dios ni una dimensión humana hacia lo trascendente (por ejemplo, algo así como un alma). Con la excepción de su tesis doctoral “Diferencias entre la filosofía de la naturaleza de Epicuro y la de Demócrito”, en donde expresamente se ocupa de los argumentos tradicionales para la demostración de la existencia de Dios, no encontramos en su filosofía argumentos explícitos que muestren la verdad del ateísmo frente a la verdad del creyente; para este filósofo el ateísmo es más bien un principio. Seguramente porque pensó que ya las críticas de la izquierda hegeliana, particularmente Feuerbach, habían puesto de manifiesto la inconsistencia o falsedad de las creencias religiosas, Marx apenas se molesta en refutar los argumentos para la demostración de la existencia de Dios, o en mostrar el supuesto absurdo de las creencias religiosas. Si queremos buscar en su filosofía una crítica a la religión la encontramos más bien en su idea de la religión como alienación.
La religión tiene que ser estudiada objetivamente, esto quiere decir que, desde su punto de vista, tenemos que estudiar la religión como estudiamos cualquier otra manifestación humana, tratando de ver su relación con otras experiencias humanas y, particularmente, en relación con las condiciones económicas y sociales de la sociedad que la ha gestado. En esta línea, Marx critica la religión por considerarla una forma de alienación. La religión es una forma de alienación en tres sentidos:
-
por una parte porque es una experiencia de algo irreal, es una experiencia de algo que no existe. Siguiendo a Feuerbach, Marx considera que no es Dios quien crea al hombre sino el hombre a Dios. Recordemos el esquema básico de toda alienación: el sujeto realiza una actividad que le hace perder su propia identidad, su propio ser; bien por su actividad, bien por el objeto creado mediante ella, en la alienación el sujeto se anula a sí mismo. Según Marx, esto es precisamente lo que ocurre en la religión: el hombre toma lo que considera mejor de sí mismo (voluntad, inteligencia, bondad, ...) y lo proyecta fuera de sí, en el ámbito de lo infinito; a su vez, esta proyección se vive como una realidad que se enfrenta al propio sujeto que la ha creado. Si la religión supone la existencia de Dios como algo infinito, lo hace oponiendo a ella el mundo finito, incluido el hombre mismo, desvalorizando su propio ser y su propio destino, desvalorizando el mundo humano frente a la calidad absoluta de la realidad trascendente o divina, realidad, por otra parte, dice Marx, meramente inventada por el hombre;
-
pero la religión también es alienación porque desvía al hombre del único ámbito en donde le es realmente posible la salvación y felicidad, el mundo humano, el mundo de la finitud expresado en la vida social y económica. Al consolar al hombre del sufrimiento que en este mundo le toca vivir, sugiriendo en él que en el otro mundo le corresponderá la justicia y la felicidad plena, le resta capacidad, energía y determinación para cambiar las situaciones sociales, políticas y económicas que son las realmente culpables de su sufrimiento. En este sentido Marx dice que la religión es el “opio del pueblo”, pues, en definitiva, adormece el espíritu revolucionario que de otro modo tendría el ser humano;
-
finalmente, su crítica a la religión se extiende también al hecho de que la religión suele tomar partido, pero no por las clases desfavorecidas sino por la clase dominante, perpetuando a ésta en el poder, legitimando el estado de cosas existente, dando incluso, en casos extremos, justificaciones teológicas al dominio de un grupo social sobre otro.
Por las razones citadas, Marx consideró que era necesaria la superación de la religión y que ésta pasa realmente por la superación del sistema de clases sociales: la diferencia con respecto a Feuerbach se centra precisamente en esta cuestión, pues para Feuerbach la supresión de la religión era posible con su superación intelectual, con la crítica filosófica a la religión; Marx creyó que era necesario, además y fundamentalmente, la modificación de las condiciones económicas que la han hecho posible, es decir, la desaparición del orden social creado a partir de la existencia de la propiedad privada. En la sociedad comunista no existirá la religión pues en esta sociedad no existirá la alienación, y ya se ha dicho que la religión aparece como consecuencia de la alienación.
Karl Marx, la crítica a la religión por ser expresión de la alienación humana y la defensa del hombre ante toda forma de divinidad.
"El fundamento de la crítica irreligiosa es: el hombre hace la religión; la religión no hace al hombre... La miseria religiosa es, de una parte, la expresión de la miseria real, y, de otra parte, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado de ánimo de un mundo sin corazón, porque es el espíritu de los estados de cosas carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo."
Karl Marx, Crítica de la filosofía del derecho de Hegel
"La filosofía no lo oculta. Hace suya la profesión de fe de Prometeo: "¡En una palabra, odio a todos los dioses!". Y opone esta divisa a todos los dioses del cielo y de la tierra que no reconozcan como suprema divinidad a la autoconciencia humana. Esta no tolera rival".
Karl Marx, Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y de Epicuro, Prefacio
Un Cuento Incompleto. (Vida de un ser solitario, vampiro?) Abierto a libres opiniones:
15 de julio de 2010
1 de octubre de 1904 S. XX … Todo es difuso… o Dios cuanto quisiera vivir en la humanidad, no alejada de pensamientos mordaces con mucha crueldad, fuerzas como las del búfalo son las que deseo, ahora más que nunca se mi sustento, noches de ensueño, cargas que llevas desde tu nacimiento, luchas inconclusas… falta algo más? Quizá saber la verdad, esa que tanto ocultas y que apega a tristeza y realidad… en esta noche sólo puedo redescubrir como un hombre pudo ser más que un simple animal, de esos que se alimentan del dolor, de los juegos de inocentes, y de falsedades ilógicas, y pienso lo único que deseaba era estar allá tranquila sin problemas sin desazones… e ilusiones, acaso nuestro destino está marcado… espero que no, anhelo aunque sea nos den la opción de cambiarlo… como quisiera fundirme en un silencio eterno, sin eco… sin ruido incomodo, este es el relato que explica lo que ahora soy: una mujer sin sentimientos, y con un “Don” la inmortalidad, y que aun en mis 105 años no he podido olvidar, está es mi historia: siglo XX después de la pesada época____, conocí a un hombre de miles, el iba a ser mi presa, pasaron muchas cosas por mi mente, en qué forma me lo iba a devorar, en mi forma de evitarle dolor, porque si, hasta los monstruos tenemos sentimientos, en cada gota de su sangre que entraría como fuego por mis venas me sentiría viva por un lapso de tiempo, ese frenesí me haría seguir y seguir porque de repente sientes que se va de nuevo ese calor y ese dulce con él, y no deseas eso cierto, es tu única comunicación con el exterior, así que sigues pero cuando tan dichoso placer se agota te molesta porque no sirvió de nada no calmo tu sed, sería difícil desaparecer el cuerpo y no cometer el mismo error de raskolnicov, quería saciarme de está sed interminable de este Caifás de tinieblas, no ser descubierta como la condesa bathory, era tanto el deseo que incluso quise guardar su aroma en una botella y no absorberlo por completo, pero en el momento de hacer mi primer intento rozando con mis dientes su cuello, ese aroma lo recuerdo…
Era dulce y agrio … como de flores margaritas con azucenas, el … extrañamente no fue con el mundo, pareciera como si quisiese morirse… como si hubiera esperado que le llegará su hora; no suplico, ni tembló sólo pronunció las siguientes palabras “alguna vez quise a una mujer, cuando murió ella yo también”; ahora estaba junto a mi primer esposo a los 17, Enrique Solano Vulturi Año 1921., él era el hombre con el que toda mujer soñaba, alto, corpulento, con linda sonrisa, de mirar cálido y sabio, paciente, noble, sincero, de tez blanca roseado de sol; pero no era el que yo quería, estaba con él por condición ya que para todo hay un interés por eso acepte su deseo de hacerlo feliz a mi lado, no había elección, por lo tanto no hay crueldad en mi decisión, tenia dinero y poder, echo a lo que buscaba en ese entonces un status social… a este punto y recordando que mi forma de pensar fue gracias al ilustre 1818. Apuesto a que saben a quién me refiero, aquel hombre que marco diferencia en toda Francia, que nos libera de la opresión de los burgueses, que con su sociología le mostro al mundo que si se podía!,
7 esposos
1. Cada diez (10)
2. Cada siete (7)
3. Cada cinco (5)
4. Cada tres (3)
5. Cada dos (2)
Nómada